El error básico del “personalismo” está en oponer absolutamente libertad y naturaleza, siguiendo a Sartre. En el tomismo, la libertad es una característica de la naturaleza racional, no en cuanto naturaleza, sino en cuanto racional.
Por eso es que el ser racional tampoco tiene la libertad de ser libre o no, sino que necesariamente es libre, porque es libre por naturaleza. Pero si la libertad fuese anterior a la naturaleza, como dicen los existencialistas y los personalistas, entonces debería ser libre hasta de ser libertad o no serlo, lo cual es absurdo, porque es contradictorio.
Es posible que la base de ese error sea una concepción insuficientemente analógica del ente. Si pensamos a todo ente con el modelo del ente impersonal o, peor aún, del ente inanimado, es claro que vamos a establecer una oposición radical entre libertad y naturaleza. Pero el ente es análogo, y eso quiere decir que se predica del ente personal y del ente impersonal, del ente finito y del Ente infinito, en sentido simplemente hablando distinto, y bajo cierto aspecto igual.
Ahora bien, nada obliga a los personalistas a ser tomistas. Es perfectamente comprensible que no estén de acuerdo con Santo Tomás y que quieran plantear otra filosofía. Lo que no es comprensible es que quieran presentarla como la auténtica o la mejor interpretación del tomismo. El tomismo dice algo definido e inteligible, aunque a algunos parezca misterioso, abstracto y metafísico. Lo suficientemente definido e inteligible como para poder estar de acuerdo o no con él, sin necesidad de “interpretarlo” como si de suyo fuese una pura indeterminación necesitada del aporte de los distintos “intérpretes” para salir del limbo.
Por eso es que el ser racional tampoco tiene la libertad de ser libre o no, sino que necesariamente es libre, porque es libre por naturaleza. Pero si la libertad fuese anterior a la naturaleza, como dicen los existencialistas y los personalistas, entonces debería ser libre hasta de ser libertad o no serlo, lo cual es absurdo, porque es contradictorio.
Es posible que la base de ese error sea una concepción insuficientemente analógica del ente. Si pensamos a todo ente con el modelo del ente impersonal o, peor aún, del ente inanimado, es claro que vamos a establecer una oposición radical entre libertad y naturaleza. Pero el ente es análogo, y eso quiere decir que se predica del ente personal y del ente impersonal, del ente finito y del Ente infinito, en sentido simplemente hablando distinto, y bajo cierto aspecto igual.
Ahora bien, nada obliga a los personalistas a ser tomistas. Es perfectamente comprensible que no estén de acuerdo con Santo Tomás y que quieran plantear otra filosofía. Lo que no es comprensible es que quieran presentarla como la auténtica o la mejor interpretación del tomismo. El tomismo dice algo definido e inteligible, aunque a algunos parezca misterioso, abstracto y metafísico. Lo suficientemente definido e inteligible como para poder estar de acuerdo o no con él, sin necesidad de “interpretarlo” como si de suyo fuese una pura indeterminación necesitada del aporte de los distintos “intérpretes” para salir del limbo.