De las instituciones, que de alguna manera intervienen en el proceso educativo y que se pueden señalar como una responsabilidad compartida se encuentra la familia y el Estado. La primera, cumpliendo su función de entregar ciudadanos útiles a la sociedad y la segunda, de procurar el bienestar de todos los habitantes de la nación.
En la cultura griega se le daba un gran valor a la educación en la familia, de tal manera que el proceso educativo daba inicio desde la gestación. Se procuraba, especialmente en la mujer, que llevara un régimen adecuado desde antes y hasta después de la embarazo, esto evidenciaba la importancia de la familia como fuente de guía y formación. Lo anterior nos lleva a recordar aquel dicho que dice: “la educación no se unta, se amamanta”.
Por otro lado, la función del Estado es de gran responsabilidad, pues de él depende, en buena medida, que haya buenos ciudadanos; de ahí la cultura educativa del pueblo espartano “los hijos no son de los padres, sino de la patria” (Ruiz, 1964, pág. 33). Como podemos observar, esta dualidad de responsabilidad educativa, Estado – familia, ha formado parte de la vida del hombre a lo largo de miles de años de existencia.
En la cultura griega se le daba un gran valor a la educación en la familia, de tal manera que el proceso educativo daba inicio desde la gestación. Se procuraba, especialmente en la mujer, que llevara un régimen adecuado desde antes y hasta después de la embarazo, esto evidenciaba la importancia de la familia como fuente de guía y formación. Lo anterior nos lleva a recordar aquel dicho que dice: “la educación no se unta, se amamanta”.
Por otro lado, la función del Estado es de gran responsabilidad, pues de él depende, en buena medida, que haya buenos ciudadanos; de ahí la cultura educativa del pueblo espartano “los hijos no son de los padres, sino de la patria” (Ruiz, 1964, pág. 33). Como podemos observar, esta dualidad de responsabilidad educativa, Estado – familia, ha formado parte de la vida del hombre a lo largo de miles de años de existencia.