¿Podemos, filosóficamente, demostrar la realidad de la
reencarnación?
¿Cómo probar que Dios existe?
¿Y como demostrar que Dios es justo y bueno?
¿Y que tiene que ver la reencarnac ión con la justicia y la bondad de
Dios?
Si la filosofía apunta en dirección de la reencarnación, ¿por qué la
mayor parte de los filósofos no la admite?
¿En qué cultura la reencarnación estuvo más próxima de los filósofos?
¿Por qué San Agustín, que asimiló muchas de las ideas de Platón, no admitía la reencarnación?
¿Hay algún texto de San Agustín evocando la reencarnación?
¿Qué decir de las películas que e xplotan la idea de la reencarnación del hombre en un cuerpo animal, un perro, por ejemplo?
¿Entonces, es posible?
Consta que Pitágoras había int roducido la reencarnación en la cultura griega, trayéndola de Eg ipto, con dos vertientes: a los iniciados, las vidas sucesivas, como conocemos; al pueblo inculto, la amenaza de la metempsicosis. “Si no te comportas, reen carnarás como animal”.
El hombre no puede reencarnar como perro. ¿Y el perro, puede reencarnar como hombre?
reencarnación?
Si, desde que admitamos que Dios existe y tiene por atributos la justicia y la bondad.
¿Cómo probar que Dios existe?
En el axioma aplicado a las ciencias, evocado en el Libro de los Espíritus, pregunta 4: No hay efecto sin causa. Si el Universo es un efecto inteligente, tan perfecto que trasciende a la comprensión humana, necesariamente tiene una causa inteligente.
¿Y como demostrar que Dios es justo y bueno?
Hay en el ser humano un anhelo innato de justicia y bondad. Creados a su imagen y semejanza, lo que existe en nosotros en lo relativo, forzosamente existe en lo absoluto, en Dios.
¿Y que tiene que ver la reencarnac ión con la justicia y la bondad de
Dios?
Sin la reencarnación es difícil conciliar esos atributos de la divinidad con las injusticias y maldades que preponderan en la Tierra.
Si la filosofía apunta en dirección de la reencarnación, ¿por qué la
mayor parte de los filósofos no la admite?
Los filósofos están interesados en explicar el Universo estribándose raciocinios materialistas, con abstracción de Dios y del Espíritu inmortal, conceptos básicos para pensar en la reencarnación.
SABIDURÍA GRIEGA
¿En qué cultura la reencarnación estuvo más próxima de los filósofos?
Sin duda, en la Griega. Inteligencias geniales, que pontificaron en la cultura helénica, pensaron de las vidas sucesivas como la más lógica explicación para la diversidad de situaciones en la Tierra.
¿Por qué San Agustín, que asimiló muchas de las ideas de Platón, no admitía la reencarnación?
Es oportuno recordar que la reencarnación era aceptada por una considerable parcela de los teólogos cristianos, en el tiempo de Agustín (354 – 430). El mismo pensaba en el asunto y, aunque tenía dudas, no la descartaba.
¿Hay algún texto de San Agustín evocando la reencarnación?
En Confesiones, expone, en oración, sus perplejidades: “¿Decidme, yo os lo suplico, Oh Dios, misericordioso para conmigo, que soy miserable, decid si mi infancia sucedió en otra edad ya muerta, o si tal edad fue la que llevé en el seno de mi madre? Pues alguna cosa me revelaron de esa vida, y yo mismo vi mujeres embarazadas. ¿Y antes de ese tiempo, quien era yo, mi dulzura, mi Dios? ¿Existí, por ventura, en cualquier parte, o era acaso alguien?”
METEMPSICOSIS
¿Qué decir de las películas que e xplotan la idea de la reencarnación del hombre en un cuerpo animal, un perro, por ejemplo?
Decididamente, existe el perro que se comporta como gente. Sólo le falta hablar. Y también hay gente que se comporta como un perro. Sólo le falta ladrar.
¿Entonces, es posible?
No existe la mínima posibilidad. Se trata de una fantasía, originaria de culturas antiguas. Se llamaba metempsicosis, según la cual el alma puede animar, sucesivamente, variados cuerpos, de hombres, animales y vegetales.
Consta que Pitágoras había int roducido la reencarnación en la cultura griega, trayéndola de Eg ipto, con dos vertientes: a los iniciados, las vidas sucesivas, como conocemos; al pueblo inculto, la amenaza de la metempsicosis. “Si no te comportas, reen carnarás como animal”.
Me parece poco probable que un filósofo del porte de Pitágoras divulgase semejante fantasía para asustar a las personas. Él admitía, acertadamente, que hay individuos de comportamiento animalizado, del tipo macaco, hiena, cascabel, perezosos…En ningún momento, entretanto, proclamó que debiesen reencarnar como tales, aunque bien lo mereciesen.
El hombre no puede reencarnar como perro. ¿Y el perro, puede reencarnar como hombre?
Todo animal tiene un principio espiritual en evolución que un día alcanzará la complejidad necesaria al ejercicio del pensamiento continuo, transformándose en Espíritu, habilitado a la experiencia humana. No obstante, el comportamiento de ciertas personas sugieran que hiciera esa transición recientemente, ella demanda el concurso de milenios y ocurre en otros planos de la Creación, no en la Tierra, y envuelve estados intermedios. No hay, por tanto, la mínima posibilidad de que un animal pueda reencarnar como ser humano.