Desde pequeños, las preguntas nos han acompañado e impulsado a descubrir la vida. ¿Quién no se ha preguntado, alguna vez, quién hizo este mundo y para qué, si existe el destino, si existe la eternidad, si realmente tenemos un alma inmortal o todo acaba con la muerte, cuáles son los límites del universo…?
Esa disposición de preguntarse, de desear encontrar respuestas, es algo que acompaña al hombre desde que apareció en la faz de la Tierra: si investigamos en las más remotas culturas de Oriente y Occidente, encontraremos estas mismas inquietudes.
Miles de años antes de Cristo, en la antigua India, las descubrimos en el magnífico poema del Bhagavad Gita, que escenifica el diálogo del guerrero Arjuna y su Maestro Krishna sobre los motivos fundamentales de la existencia y la razón de ser de la propia vida, o en la cultura egipcia y su Libro de los muertos, expresado en simbólicos pasajes en los que el alma del iniciado discurre a través de diferentes pruebas oteando la esencia del ser y el existir; y hasta en la misma civilización azteca, por medio de la así llamada “Guerra Florida”, cuyo sentido no es otro que el despertar a la vida interior o espiritual.
En la antigua Mesopotamia, las encontramos en el mito de Gilgamesh, el héroe que ante la muerte de su mejor amigo, sufre terriblemente y se pregunta dónde está, si volverá o no.
Esa disposición de preguntarse, de desear encontrar respuestas, es algo que acompaña al hombre desde que apareció en la faz de la Tierra: si investigamos en las más remotas culturas de Oriente y Occidente, encontraremos estas mismas inquietudes.
Miles de años antes de Cristo, en la antigua India, las descubrimos en el magnífico poema del Bhagavad Gita, que escenifica el diálogo del guerrero Arjuna y su Maestro Krishna sobre los motivos fundamentales de la existencia y la razón de ser de la propia vida, o en la cultura egipcia y su Libro de los muertos, expresado en simbólicos pasajes en los que el alma del iniciado discurre a través de diferentes pruebas oteando la esencia del ser y el existir; y hasta en la misma civilización azteca, por medio de la así llamada “Guerra Florida”, cuyo sentido no es otro que el despertar a la vida interior o espiritual.
En la antigua Mesopotamia, las encontramos en el mito de Gilgamesh, el héroe que ante la muerte de su mejor amigo, sufre terriblemente y se pregunta dónde está, si volverá o no.