Acostumbrados como estamos a ceñirnos a conceptos rígidos y excluyentes, la vida y la muerte se han constituido en dos motivos de preocupación con sus causas específicas. En principio, es la muerte la que produce mayor repulsa y miedo, ya que se adentra en planos desconocidos para nuestra mentalidad, cuando no se la considera como un infinito vacío, una nada sin contenido. De este modo, y por comparación, la vida resulta más aceptable, si bien los problemas que ella conlleva no dejan de conmovernos diariamente y, en algunos casos, llevan al suicidio como solución.
La vida tiene sus complicaciones y la muerte se rechaza de plano aun sin saber a ciencia cierta si es mejor o peor que la vida.
Sea como sea, vida y muerte se presentan como irreconciliables, aun para muchos de aquellos cuyas creencias religiosas ven en la muerte otro estilo de realidad o de “vida”. Y es precisamente esta aparente falta de correlación la que más duele, puesto que una de las más grandes aspiraciones de los hombres de todos los tiempos ha sido la de unir vida y muerte, franqueando esa barrera tan oscura y pesada que se ha tendido entre una y otra.
Todos quieren saber algo más sobre la muerte. Muchos quieren saber algo más sobre la vida pero con un interés más laxo, más dilatado, confiando en que hay tiempo suficiente como para vivir la vida y enterarse poco a poco de sus porqués.
Sin embargo, es bueno recordar que las cosas no siempre fueron así. Es cierto que en todo momento existieron personas cuyas preocupaciones estaban lejos de este juego de dualidades, pero la historia señala momentos en que diferentes civilizaciones se plantearon el binomio vida-muerte sin mayores traumas, conjugándolo como una unidad vital bajo dos aspectos. Vida y muerte no eran más que dos caras de una misma moneda y ambas se comprendían y se asumían desde los primeros años con las primeras enseñanzas.
Hubo pueblos –y recurrimos una vez más al ejemplo de los egipcios– para quienes la muerte era el acceso a la verdadera Vida, en tanto que el paso por la tierra constituía una preparación para acceder a ese otro estado más perfecto, más intenso y espiritual que permitía el contacto directo con los dioses; pero también la muerte era pasajera, ya que cada ser humano debía regresar al mundo terrestre para adquirir nuevas experiencias en esta dimensión material y concreta.
La vida tiene sus complicaciones y la muerte se rechaza de plano aun sin saber a ciencia cierta si es mejor o peor que la vida.
Sea como sea, vida y muerte se presentan como irreconciliables, aun para muchos de aquellos cuyas creencias religiosas ven en la muerte otro estilo de realidad o de “vida”. Y es precisamente esta aparente falta de correlación la que más duele, puesto que una de las más grandes aspiraciones de los hombres de todos los tiempos ha sido la de unir vida y muerte, franqueando esa barrera tan oscura y pesada que se ha tendido entre una y otra.
Todos quieren saber algo más sobre la muerte. Muchos quieren saber algo más sobre la vida pero con un interés más laxo, más dilatado, confiando en que hay tiempo suficiente como para vivir la vida y enterarse poco a poco de sus porqués.
Sin embargo, es bueno recordar que las cosas no siempre fueron así. Es cierto que en todo momento existieron personas cuyas preocupaciones estaban lejos de este juego de dualidades, pero la historia señala momentos en que diferentes civilizaciones se plantearon el binomio vida-muerte sin mayores traumas, conjugándolo como una unidad vital bajo dos aspectos. Vida y muerte no eran más que dos caras de una misma moneda y ambas se comprendían y se asumían desde los primeros años con las primeras enseñanzas.
Hubo pueblos –y recurrimos una vez más al ejemplo de los egipcios– para quienes la muerte era el acceso a la verdadera Vida, en tanto que el paso por la tierra constituía una preparación para acceder a ese otro estado más perfecto, más intenso y espiritual que permitía el contacto directo con los dioses; pero también la muerte era pasajera, ya que cada ser humano debía regresar al mundo terrestre para adquirir nuevas experiencias en esta dimensión material y concreta.